Andanzas





En abril del 74 mi vida progidiosa, junto con mi amigo el Tata, pegó un vuelco de 360 grados.
Estábamos en mi pieza, viendo la final del negro Monzón, cuando irrumpió mi viejo, desaforado, y me dijo que juntara las cosas y me mandara mudar. Se había desilusionado al enterarse que había abandonado la carrera de abogacía y el trabajo en la imprenta.

Sin dudarlo, conseguimos una pensión por Almagro. Juntamos las pocas cosas de valor y nos mudamos. El 48 nos dejó a unas cuadras. Era verano; hacía un calor sofocante y la humedad se estampaba contra nuestros rostros. Nos llamó la atención el timbre de color musgo, escondido por enredaderas que daban un tinte lúgubre, místico a la casa. La espera fue eterna, recuerdo.



“Pueden quedarse sólo un mes. En cuanto estén los papeles pienso irme a Campana con mi prima Irma”- dijo la anciana con un acento italiano bastante marcado mientras se deslizaba veloz con sus piernas cortas por el angosto pasillo; al llegar al extremo señaló con el índice nuestro futuro cuarto.

“Aquí, en el taller pequeño pasaba horas y horas mi marido. El era un carpintero habilidoso y con gran inventiva. Ahora está todo hecho una piltrafa.”
El Tata les deslizó unos pesos a la vieja, que esbozó una sonrisa escueta, mostrando sus dientes color azafrán.


           
Rara vez, salíamos; sólo para comprar algo de comer o yerba para el mate. El poco dinero que teníamos nos alcanzaba para regocijarnos durante semanas con la revista “Pelo”, ver las peleas del negro, el Capitán Piluso o jugar interminables “Cadáveres Exquisitos”.


El Tata volvía por las noches, de la facultad de Filosofía para embriagarnos con alguna edición inédita del “Manifiesto Comunista”, o un libro de Schopenhauer y era cuestión deleitarnos con la lectura del primer párrafo, que encendíamos un porro, y un humo grisáceo, espeso, inundaba el ambiente, dándole un sabor mágico, casi único a nuestra eterna adolescencia.

Sinceramente era el éxtasis de nuestra independencia: Por primera vez en la vida, podíamos quedarnos hasta las seis de la mañana escuchando “Selling England by the pound”, de Génesis hasta estallar nuestros tímpanos; por primera vez en la vida, podíamos realizar orgías que duraban hasta el amanecer.


Una mañana de julio, un sonido agudo, ensordecedor, estalló haciendo temblar las frágiles paredes escarchadas por el invierno. Nos levantamos con dificultad. El Tata pegó un grito al salir. Al costado de la puerta, una paloma negra azabache, tenía una cinta roja pegada al cuello.
El Tata desenvolvió con cierto pudor y leyó para sí el pequeño papel, dejándome la tensión; luego me la extendió con descaro:
“Desaparezcan antes del mediodía, granujas”-en una letra firme y desprolija firmaba al pie la dueña de la pensión.





Con el Tata nos miramos sin comprender el asunto o, mejor dicho, sin querer hacerlo; nos sentíamos eufóricos, en nuestro apogeo románico.

 Al poco tiempo nos encontrábamos en pleno jolgorio, con los parlantes a todo lo que daban, formando trencitos con cuanto extraño, en busca de exhibir al mundo entero, y sobre todo a los cuarentones como nosotros, llenos de convicciones y compromisos absurdos, que la edad no nos pesaba en absoluto.

Hombres y mujeres de caras extrañas y alargadas venían en busca de la felicidad, como quien en los años de la Ley Seca, se acercaba a un club clandestino desesperado por una gota de alcohol.

pero la vieja iniciaba la pelea encarnizada con el whinco a todo el volumen con los tangos de Troilio, Goyeneche, Gardel y Pugliese.



Pasados los 80, con el Tata habíamos perdido no solo la pensión, que mantenían de alguna manera nuestros padres, sino también el trabajo del tata en fábrica de Plastivida.
 Los años dorados se habían esfumado. Sin un mango y partidos anímicamente, ninguno de los dos tenía serias intenciones de buscar empleo. Fue así como Renato y Sandra, compañeros de la facultad del Tata, cayeron a nuestro dulce hogar para salvar la caída económica de nuestro imperio.

Al enterarse de los nuevos inquilinos, no tardó la dueña en cortarnos la luz, y más tarde gas.

Con el Tata y compañía no teníamos dinero ni para comprar velas, todo lo empleábamos  en los medicamentos para el Tata, que cada día veía menos y las heridas de la espalda se habían tornado de un color violáceo.
De noche, el Tata tenía alucinaciones y despertaba con el cuerpo bañado en sudor. Se lo veía desfigurado, callado, contemplativo.

A Renato lo enterramos en el patio de invierno, debajo de la araucaria. Digamos que fue una ceremonia intima, privada. Le pusimos la foto del Che, (al gran pesar del Tata)
Con el dinero, compramos una estufa (que tanto hacia falta), arroz, fideos y algo de porro al que añorábamos.
Vendimos la cucheta y con Sandrita nos trasladamos a la cocina por la incipiente llegada del invierno. El Tata seguía taciturno y ahora se comunicaba a través de señas con su mano izquierda como un mimo desesperado.
Por las noches, temía en la oscuridad, y entraba en pánico si alguno de los dos lo dejaba solo o callaba.
Con Sandra nos habíamos convertido con el tiempo en íntimos amigos, tras infinitas charlas nocturnas sobre la revolución rusa y el porvenir del nuevo marxismo en Latinoamérica.

Un 25 de mayo, el tata dejo su último aliento, tras ver ganar el título mundial del negro Monzón y la llegada de la democracia. Su última sonrisa, nos alegro aquel otoño cuando nuestro loro Fidel, repitió viva el comunismo durante todo aquella tarde gloriosa.

Habiendo quedados solos, Sandra decidió que era hora de retomar los estudios y cumplir su sueño de vivir en el norte de la Argentina con un paisaje por el que desvelarse en cada mañana.
Por mi parte, me lleve las ultimas cosas de valor  por la puerta trasera, y volví mi madre que me esperaba, una vez más, con el bizcochuelo de mandarina, y una sonrisa de par en par.








Navidad


Cuando Papa perdió el empleo en el ferrocarril San Martín, nos dijo que aquel año (1894) íbamos a festejar la navidad como ninguna (otra) anterior. Y así lo fue.

En casa eramos como 9 (nunca me anime a contarlos) y muy pero muy pobres. E incluso compartíamos el cepillo de diente entre todos (nosotros). Solo recuerdo, no sin dificultad, a algunos de ellos:
Mi madre Pochenka, mi padre Leon, mis hermanas Davidenka, Jules y Torkiev. Ya olvidaba, mis abuelos: Natacha y Anatoly. Descripción de la casa.

Con mis hermanos admirábamos al abuelo por su jovialidad y carisma. Y sobretodas las cosas, porque nunca en su vida había laburado. Se ufanaba de las mujeres bellas que había conquistado en Europa, antes de exiliarse de la 2da guerra mundial, y de su cuerpo privilegiado por la raza siciliana.


Mis padres trataban de algún modo de disimular la pobreza(miseria) en la que vivíamos a diario. Con la escasa decoración de una antena sobre salamandra, a la que le colgaban bujías pintadas con temperas y látex.
(Tras el fallido intento de disfrazar a la disléxica tía Pochenka con hojas de eucalipto al cuerpo)

Pero lo que mas nos causaba admiración, era la comida que mi madre y la abuela Pochenka cocinaban con tanto amor y ternura: huesos que mi padre traía del cementerio de Chacarita que condimentaba con ensalada de yuyo, barro y brea y un leve toque de alcanfor o, en su defecto, talco ortopédico.
(condimentaba dulcemente con aceite de soja o, en su defecto talco ortopédico)

sin quejarnos masticábamos aquellos legumbres fibrosas, pastosas









DESTINO



RITA (enojada).- ¡¿No podes hacer algo con ella?! ¡No sale ni un segundo de esta casa! ¡No tenemos intimidad en nuestro matrimonio!
CARLOS (resignado).-  ¿Para que queres intimidad si hace rato que entre nosotros dos no pasa nada?
RITA- ¡¡Y si te la pasas pegado al televisor el santo día!!  ¡Me tenes podrida con tus partidos de fútbol! ¡¡Todo el día prendido a esa porquería!!
CARLOS- …Siempre pones excusas, si no te duele la cabeza, que estas agotada, que esto, que lo otro…-
RITA- Hay situaciones y lugares para hacer las cosas.
CARLOS- ¿Lugares? ¡En la cama te lo digo! ¿Donde querés que lo hagamos? ¿En el lave-rap?
RITA- No lo sé. Tal vez si te pusieras mas elegante y buscaras seducirme…
CARLOS- Si, decime vos con que plata queres que me produzca
RITA- Ingeniate. Al menos planchate la camisa querido.
CARLOS (seco, tajante)Si la vendimos la plancha ¿O no te acordas?

Rita ofuscada, se tira en el sofa y se pone a ver la tele

RITA-  Pero que manga de atorrantes. Vayan a laburar de una vez. Así no se hace un país!! ¡Qué falta de ética, que lo tiró! faltarle el respeto a la gente honrada que va a laburar. Esta gente no tiene escrúpulos…
CARLOS- Yo no se como no nos levanta la policía a esta gentuza. Le pone en la cárcel, donde deberían estar. O en un neuropsiquiátrico…
¡¡Mira, mira lo que hacen (en la tele, los piqueteros queman cubiertas) son animaaaaales!! (Se acerca a la televisión exasperado) ¿¿Qué hacen??, ¿¿Que hacen estos trogloditas? , ¿Estamos todos locos, acaso?
Gente indecente por todos lados…

 Entra Laura apurada, a media vestir y con el pelo mojado. Se la ve elegante y atractiva.

LAURA- ¿Ma, no viste el corpiño rosa que deje en el tender? No lo encuentro por ningún lado…
RITA (continua enojada)- No lo sé. Fijate capaz que esta tendida.
CARLOS- ¿A tu padre no les das un beso ya?
LAURA (sin muchas ganas).- ¡Ya estoy grande como para tener que darte un beso cada vez que salgo o llego!
CARLOS- ¿Y eso que tiene ver, nena? Vení, dale un besito a tu papi que hoy no tuvo un buen día!

LAURA se acerca despacio, sin muchas ganas y le da un beso en la frente.

CARLOS- ¿Vas a ir a estudiar a la Biblioteca Nacional con tus compañeritas? (sin esperar respuesta, sonríe con orgullo) Me parece muy bien, hijita. Para eso tu padre se rompió el lomo, para que su hijita estudie y sea una gran profesional. Estamos orgullosos de haberte inculcado el amor al estudio. (La mira de arribabajo sorprendido. Le cambia el rostro) Oíme una cosa, ¿Vos no pensaras salir así vestida, no?
LAURA-Bueno, no voy a la facu. Salgo con un chico que conocí en un seminario.
CARLOS (enojado).-¿¿Cóoomo?? ¿¿Cóooooomo?? ¡¡Noooo, vos no salís de esta casa!! (Se pone de pie) ¡Yo no te pago el seminario para que te vayas de levante!
LAURA- ¿¿Pero cómo pa?? 
CARLOS- (desaforado) ¡Pero nena la calle esta muy peligrosa! No podes encontrarte con alguien que apenas conoces… (Con celos) ¿Cómo se llama? ¿Sabes el apellido? ¡¡Vos no salís a ningún lado!! (La mira a  Rita buscando complicidad) ¡Lo que nos faltaba querida! (a LAURA) ¡¡No te lo pienso permitir!!
LAURA- ¡¡Tengo 23 años papaa!!
CARLOS- ¡¿Pero no lees los diarios acaso vos?! ¿No escuchas el noticiero? (cada vez mas enojado) ¡El país está en estado de sitio, vos no podes salir así nomás (buscando la palabra) y menos, y menos con un desconocido! ¡Te pueden secuestrar!
LAURA-¡¡Pero es un buen chico papa! Me dijo de vernos en un café para intercambiar opiniones. (Interrumpe Carlos)
CARLOS (irónico).- ¡Para intercambiar fluidos, habrá querido decir! Para intercambiar fluidos… (Pausa. Se serena. Con compasión) Hija… que ingenua que sos. Cuando seas grande lo vas a comprender. (Cambia el tono de voz, ahora despreciativo) Esos lugares están llenos de gente supersticiosa, de ladrones, de zabandijas. Se esconden bajo la apariencia de sabios, para aprovecharse de la gente inocente y cuando menos te lo esperas (enérgico atrapa algo con la mano), y cuando menos te lo esperas te agarran para vaya a saber que… (Sacado de quicio, estirando las palabras) ¡¡Para venderte los órganos!! (Cada vez más enfadado)  ¡¡Para eso, para eso! ¡¡Para venderte los óoorganos!!
RITA (seca)-Tiene razón tu padre.
Acordate que ahora todo cotiza en dólares y a nuestro tipo de cambio es un negoción.
LAURA- Es un café…
RITA - Por ahí empiezan… El mundo esta lleno de psicópatas, abrí grandes los ojos, hijita. fijate con quien te juntas, querida.
Escuché esta semana, y tu padre esta de testigo, un caso en el Chaco, Dios no lo permita! 
CARLOS-¡Vos no salís de acá! ¡Te quedas estudiando toda la noche!
 (Carlos se acomoda en el sillón, se tranquiliza)
RITA (simulando compasión y ternura)- Hija, querida. Nosotros, tu padre y yo, queremos más que nada del mundo que encuentres tu príncipe azul. Pero… (Mira a RITA buscando una nueva complicidad) antes tenemos que conocerlo, para saber que clase de persona será nuestro futuro yerno.
CARLOS-¡Claro, sino mirá, lo que pasó la vez pasada cuando trajiste el muchacho ese! (se toma la cabeza) ¡Aaayyy! ¡Casi me da un infarto! (Rita se escandaliza. Hace gestos de desaprobación.)
RITA (hace memoria. A medida que va hablando cada vez mas enojada.)- ¡¡Aahhhh siii todavía me acuerdo, todavía me acuerdo de ese, de ese (despreciativo) sinvergüenza, vagoneta, insulso que traías a esta casa!! (Acota Carlos)
CARLOS- ¡Leandro creo que se llamaba el inservible! Lo único que sabia hacer era tocar esa guitarrita (imita el gesto de la guitarra, sacando la lengua, ridículo)
LAURA- ¡¡Nunca vine con un Leandro!!
CARLOS (Haciendo memoria.)- ¡Ese, ese si, el melenudo!, (imita con las manos arriba de la cabeza) que tenía el pelo tipo punk, todo verde, parecía un pájaro carpintero!
RITA- ¡Que sinvergüenza, que pedazo de sinvergüenza!
CARLOS- Que tenía una banda de rock, el muy atorrante, que se llamaba….
LAURA (cortante).- ¡¡Lazarillo desahuaciado!!
CARLOS- ¡Eso! ¡¡Calzoncillo ahumado!! ¡¡Que desgraciado!! La juventud de ahora querida, una vergüenza…
 (Se enoja Laura, hace gestos de fastidio. Rita se le acerca como en son de paz)

RITA (arrastrando las erres).- Mira, haceme el reverendo favor de ir a estudiar  y hasta que no te cases te cruzas de piernas, ¿me entendiste?, ¿¿me entendiste??
LAURA- Pero si me dijo que me pasaba a buscar. ¡Así  lo pueden conocer y me dejan de molestar! ¡Van a ver que es buena gente!
CARLOS (con la voz entrecortada, respirando agitado).-  Me parece muy bien, hija. Me parece muy bien. (Señalando con la mano en alto) No olvides nunca la tradición de la familia. (Sale del escenario)
LAURA- Me voy a seguir cambiando. Ya van a ver (Se va enojada)
 (Carlos vuelve a ver la tele. Rita prepara la comida. Suena el teléfono)

RITA- ¡Uh! ¿Quien debe ser ahora? ¡Lo que nos faltaba!
(Va hacia el aparador. Suena una vez más, atiende. A lo largo de la conversación Carlos pone caras de fastidio. Putea por lo bajo quejándose, entre otras cosas,  por la cuenta del teléfono.)
RITA- (con pocas ganas) ¿Quién habla? ¿Qué Sebastián? Ahh mira vos… No se si se encuentra Laurita a estas horas; ella se levanta temprano para estudiar y a la noche esta destruida, por eso se acuesta tan temprano… ¿Cómo decís? Me voy a fijar… (Se va. A Carlos) Pone la pava. Ya vuelvo.

Queda el teléfono descolgado, y Carlos se tienta mirándolo. Se desespera mientras lee el diario  y va rápido hacia él.

CARLOS  (fingiendo simpatía).- ¡Hola, Sebastiancito. Habla el papá de Laura. (Cambia el rostro, ahora con maldad) Escuchame, zapallo. No te acerques a mi hija sino te corto los dedos con la bordeadora! ¿Entendiste? (Cambia el tono de voz, amable)  ¡Chau, felices pascuas! (Cuelga fuerte el teléfono. Se ríe con sarcasmo) Mocoso de porquería…




ESCENA 2

En un bar de Mar del Plata

RITA- Mira, Carlos. ¡Que maravilla! ¿No es cierto? cada vez que venimos es como la primera vez.
CARLOS (amargo).-  Si… siempre esta igual… Parece una película blanco y negro…

(De repente mira el teléfono sorprendido)

CARLOS- Tengo una llamada perdida. (Restándole importancia) Debe ser un tema con la nueva firma. Son los problemas de la diversificación de mercado.
RITA- Pero ahora no llames, la estamos pasando tan bien. ¡Me dieron ganas de pedir otro Martini!
CARLOS- Y a mi un gin-tonic
RITA- ¡Mozo! (sin respuesta) ¡Mozo!
CARLOS- Mozo! (sin respuesta)
RITA- ¿Qué le pasa a este tipo? Tiene pinta de inmigrante. Le deben pagar dos mangos. Si es que le pagan…
CARLOS- Lo que es vivir en el primer mundo…
¿Que diferencia no? Los políticos de acá  son todos  unos corruptos…

(Sin respuesta)
CARLOS (sonriente, eufórico)- ¡Hola Mauricio! Bien, bien por acá fantástico! Si, decime… ¿como que se vino abajo el contrato? Bueno, ahora lo llamo a mi hermano y le digo que retire el dinero del banco…  ¿Enterarme de que?(La cara se le transforma) ¿Cómo? ¿¿Cómo??Pero no puede ser! (Le cambia la cara, mas enojado) ¿¿Cómo?? ¿¿Cómo que no se puede retirar?? ¡Pero si son unos hijos de puta! Si no te la devalúan te cagan con otra cosa! ¡Si, ya se que no es con vos la cosa! ¡Si, me tranquilizo…(mas sereno) Si, si de alguna forma vamos a…
(Sacado de quicio) ¡¡Y a mi que carajo me importa la sustitución de importaciones!!
¡Pero como nos pueden hacer una cosa así!
(Se corta la luz con el rostro amargado de Carlos)







ESCENA 3
(Llega Carlos con el termo en mano.  Pispea que no haya nadie.)

CARLOS- (Se sienta) ¡Vamos racing, carajo! A ver si clasificamos para la Libertadores y me das una alegría alguna vez, como en los viejos tiempos.
Oiga, ¿Qué pasa? (cambia los canales) que pasa, carajo?
Ritaaaaaaaa (llega rita con los ruleros a media cambiar
RITA-  que pasa carlos?
CARLOS-  que pasa?, que pasa, digo yo, anduviste tocando algo vos?
RITA- ¿Tocando yo? Si yo no entiendo nada que sea tecnología
(ay que sus m e pegaste)
CARLOS-  ¡La tele pasa! ¿No anda! Encima sorda saliste quiero ver el partid(sigue cambiando los canales medioenojado)
RITA-  Al albertode al lado (hace el gesto)le cortaron el cable . esta mañana lo echaron de la fabrica.
CARLOS- Como q le cortaron el cable al atorrante  (linyera ese) ( arita ¿justo ahora se tenia que hacer echar el tarambana ese?
CARLOS- No podia esperar hasta la semana qu viene al menos. Pero q reverendo… Esta gente, dios mio. Que pais. Justo ahora , la rep… a los Manfredi.
RITA-  Por q lo habran echado? Por q lo echaron q tiene famia , 4 hijos..?
CARLOS- Algo habran hecho, algo habran hecho…





ESCENA 4
Banco.Mediodía. Microcentro. Pleno sol

RITA-  Permiso, permiso, señora
CARLOS- A ver si me permiten cuanta gente hay x dios!
RITA- Permiso, permiso, disculpe, permiso!
RITA- (A Carlos) pero q hacen con las cacerolas? Dejenme pasar, necestio entrar!
GENTE-  ¡¡INJUSTICIA, INJUSTICIA, INJUSTICIA!!
RITA-  Que gentio! Que estan gritando, como animales!
CARLOS- Vieja, esta todo cerrado (el banco), no nos dejan pasar.
RITA-  ¡¡Que decis carlos!! ¡¡Saca la plata que nos vamos,dale!! Con el calor que nose aguanta!! (a los empujones)
GENTE- QUEREMOS EL DINERO, QUEREMOS EL DINERO, CAVALLO, CAVALLO…!!

(Se escucha un disparo a lo lejos. Tiempo. Policia. Dos disparos más fuertes, secos. Carlos y Rita se asustan, se agachan atemorizados. Sirena de ambulancia. Nuevos tiros. Corte de luz)














ESCENA 5


Ha transcurrido un año. La familia  vive ahora en un mono ambiente en el barrio de Dock Sud debajo de las vías de tren. Se escucha el ruido incesante. Un lamparita amarilla titila hasta finalmente apagarse. Cae polvo del cielo raso.
Los pocos muebles están estropeados y con tierra. En un costado del escenario hay un balde de agua por las goteras. Se escucha el ruido.
CARLOS y RITA visten como cirujas. En la casa se respira un aire de resignación y angustia

CARLOS- (algo desesperado) ¿Cuánto contaste?
RITA- Ochocientos veintidós con 70 centavos pesos
CARLOS-¡Ta que lo tiró che!
RITA- Vamos a tener que vender cosas.
CARLOS-¿Pero que podemos vender?
RITA- (Mira hacia el televisor) Y… se me ocurre una…
CARLOS-¿Que miras? (mira el)  ¡¡Nooo, ni se te ocurra!! El televisor no se mueve de acá! ¡Es lo único que me queda!
RITA- ¡Algo tenemos que hacer!
CARLOS (con tristeza)-. Tenemos que aguantar con lo que tenemos. (No muy convencido)
Pero quedate tranquila. Hoy escuché el informativo esta mañana: el ministro de economía dijo que no va haber más inflación, que la tasa de no se que va a aumentar empleo. No se, eso dijo.
Así que… es solo cuestión de esperar. “Siempre que llovió, paró”
RITA- (escéptica)  ¿Vos crees?
CARLOS- ¡Pero si, mujer! ¿Qué nos puede pasar? ¡Estamos en el primer mundo!






ESCENA 6

La situación es completamente desoladora. Se aprecia de lejos la miseria en la que viven tras el paso del tiempo. Rita tiene arrugas, el pelo con canas, se la ve bastante deteriorada. Parece una ciruja. Carlos lee el clasificado cruzado de piernas. Calza unas medias de color rosa llena de agujeros.
Rita esta preparando la comida.
Se escucha el ruido de las goteras.

RITA (mientras revuelve con una rama)- Ya casi estamos… ¿Papa?
CARLOS- (Empieza a pelarla con pesadumbre) ahí te la pelo. Es la última que queda. Se lo cambié al Alfonso por la mesa de luz. (Queriéndose convencer) La verdad que no la necesitamos, era un estorbo. (Pausa. Se da vuelta y mira a Rita)
Estaba pensando, estaba pensando… decime una cosa: ¿el  tapadito ese que tenias de visón donde quedó?
RITA- ¿Cuál?
CARLOS- Ese que es negro. El que te regaló tu tía Anselma cuando cumpliste los cincuenta, que se vino de Boston especialmente para tu fiesta, me acuerdo.
RITA (seca, tajante)- Con ese pagué los 8 meses de luz que debíamos. (Desafiante) Pero, ¿que mas queres que haga?, ¿Queres que me prostituya también?
CARLOS (sarcástico, quitándole importancia) No, ya lo pensé. Con tu cuerpo no sacamos un mango. Hay que buscar otra solución (Pausa)

RITA- No, no la peles. Así rinde más. La cáscara fortalece los dientes (se los toca con los dedos). Le va a hacer muy bien a la nena. (Alzando las manos en alto) Es como el flúor del agua; fortifica los dientes. (Pausa. Revuelve) ¿Zanahoria trajiste?
(CARLOS saca de un cajón del  placard. Amaga pelarla y se arrepiente.
Entra LAURA con ambo y en la mano lleva dos huesos del cementerio de Chacarita. Se la ve agotada. Carlos, mientras tanto, sigue poseído anotando con la birome en los clasificados)
LAURA- Acá te traje lo que me pediste, vieja
RITA-  (la saluda fríamente) Dejámelo sobre la mesada.
CARLOS (A LAURA quejoso, amargo)- ¿Esto sólo  te pudiste traer? ¡Qué país de mierda! (por lo bajo) Con esto del “Jefas y Jefes” ahora no se muere nadie…
(Rita mete los dos huesos dentro de la olla, revuelve un rato. Prueba la comida. Vuelve a probar)
LAURA- Y agradece porque tuve que salir corriendo cuando se avivaron que falsifiqué la firma. Los de vigilancia están cada vez más estrictos con el papeleo.
RITA (Continúa revolviendo la comida en la olla. En tono quejoso, estirando las palabras)- ¡Papeleo y papeleo! ¡Uno se sacrifica todo la vida y encima hay vivir pasárselas llenando formularios de porquería para el maldito Estado¡
Tanta tecnología, tanta tecnología y mira para que sirve! ¡Para un carajo! (Rita continúa revolviendo ahora con más énfasis. (Pausa) Esto ya va a estar en unos minutos… (Pausa. Mira de reojo a la nafe.)
RITA- ¡Que lo parió se cortó el gas!
CARLOS- ¿Cómo que se cortó?
RITA- Si se cortó. Se terminó la garrafa. (Rita lleva la olla con el agua fría)
CARLOS (se toma la cabeza)- ¡Uh no!, si era la última… Hasta que podamos comprar otra… (Hace un ruido de resignación con la boca como diciendo “ta que lo tiro”)
Y bueh… que se le va a hacer… “al mal tiempo buena cara” (Rita lleva la olla a la mesa y comienza a servir. Laura es la primera en probar)
LAURA- ¡Pero esto esta frío!
CARLOS (con maldad)- Te lo comes igual querida, te guste o no te guste te lo comes igual. No podes rechazar el pan que nos da Dios cada día.
LAURA- ¿Que nos da Dios cada día?
RITA- Es una manera de decir. Recordá que esto es solo una situación pasajera, temporal hasta que encontremos algo mejor.
LAURA (escéptica)- Sé…
RITA- ¡No me respondas! ¡Pendeja maleducada!